17/9/08

James Cook

El hombre de los cinco continentes

Luego de pasar una infancia difícil y de tener que valerse por si mismo a muy temprana edad, James Cook descubre su pasión por la navegación casi por casualidad. Una vez que se subió a un barco, su vida, y la de muchos otros, cambió para siempre. Y cambió en serio. James Cook, sin dudas uno de los descubridores más importantes de la Historia.

Terra Australis Incognita
Los importantes descubrimientos geográficos obtenidos en este primer y notable viaje, merecieron la aprobación general. Dos meses más tarde, recibía la orden de preparar una nueva expedición para el descubrimiento de la imaginaria Terra Australis Incognita, aquella porción de fantasía de la que aún muy pocos elegían olvidar. Una vez en Inglaterra, fue promovido a comandante y presentado al rey Jorge III. En 1772, partió al mando de la nave Resolution. Lo secundaba otro barco, el Adventure.
Se dirigió al Mar Antártico, donde buscó el camino entre los grandes icebergs, siempre tratando de llegar lo más al sur posible. Pasaron los meses del invierno en Nueva Zelanda, donde cultivaron algunos vegetales y desembarcaron algunos animales ingleses.
De vuelta al mar, recuperó el rumbo sur y consiguió abrirse camino hasta llegar a los hielos de la Antártida. La rodeó por completo y regresó a Inglaterra tomando para la Corona gran cantidad de islas que encontró en su camino, un camino que ningún otro barco había seguido con anterioridad.
Llegó a las islas que hoy llevan su nombre (a las que él denominó Hervey), y al año siguiente alcanzó las islas Vanuatu, las Marquesas y la isla de Pascua. De regreso, descubrió las islas Sandwich del Sur y las Georgias del Sur. Esta expedición demostró que no existía tal continente austral, sino la masa de hielo antártica... algo, digámoslo, igual de impresionante.Tras ser ascendido a Capitán de Navío por la campaña que se inició en el Antártico, y que finalizó el 30 de julio de 1775, se le destinó al hospital de Greenwich siendo elegido miembro de la Sociedad Real, y conferida la medalla de oro destinada a la mejor Memoria del año sobre navegación práctica. En esta memoria daba una minuciosa relación del excelente método que había adoptado para conservar la salud de sus tripulaciones, resultado de sus investigaciones sobre la naturaleza y uso de los antiescorbúticos (recordemos que el escorbuto es una enfermedad que sufrían los marineros de la época por falta de vitaminas y otros componentes vitales propios de las frutas y verduras frescas, algo que siempre escaseaba entre las provisiones de la mayoría de las flotas).

Ese oculto paso por el norte
Ofrecida por el parlamento una recompensa de 20.000 libras al que descubriese un paso al NO que uniera el Océano Pacífico con el Atlántico (por encima de América del Norte), Cook se brindó a tomar el mando de una expedición con el objeto de cerciorarse de la posibilidad de tal descubrimiento.
En 1776, y con la intención de hacer una tentativa por el estrecho de Bering, salió de Plymouth con la Resolution y la Discovery, ésta última comandada por el capitán Clerke. Visitaron la Tierra de Van Diemen, Nueva Zelanda, Otaheite y las Islas Friendly, tomaron rumbo norte hacia Norteamérica.
Después de remontar hasta los 65º de latitud norte con el objeto de hallar un paso al Atlántico –cosa que no pudo conseguir- determinó invernar en el Pacífico ecuatorial, descubriendo algunos pequeños grupos de islas.
Más tarde navegó hacia el archipiélago de los Amigos, haciendo un crucero de algunos meses. En enero de 1778 puso proa nuevamente hacia el norte en su segundo intento por descubrir tan ansiado paso a través de los hielos eternos del ártico. En dicha travesía descubrió y circunnavegó las islas Sándwich (hoy Hawaii), a las que dio este nombre en honor del conde de Sándwich. Ganó la costa de América del Norte a los 44º 33' en marzo y, no encontrando pasaje a través de ella, ancló en el país de Vancouver (actual Canadá), situado en el estrecho de Nutra. Más tarde, exploró los estrechos de Prince, William y Hooks-Inled, e hizo rumbo al estrecho de Bering, llegando a principios de la primavera de 1778. Una vez allí, fue detenido por una infranqueable barrera de hielo que le obligó a retroceder.Habiendo reconocido cuidadosamente el grupo de las Aleutianas, y determinado el punto más occidental de América, llegó a la punta conocida con el nombre que él le dio de Cabo del Hielo el 18 de agosto de 1778. A finales de ese mismo mes, ordenó la retirada ante la imposibilidad de mayor avance.
De regreso a las Sándwich, donde quería invernar y prepararse para una nueva tentativa hacia el norte, descubrió la isla Hawaii (la mayor y la que da el nombre actual a todo el archipiélago), y la de Maui.

La vida por la barca
Los nativos los recibieron con grandes honores por confundirlos con el Dios Lono y su tropa de inmortales. Cuando un miembro de la tripulación murió en la isla y fue enterrado, los nativos empezaron a sospechar y a mostrarse violentos.
Cook poseía gran fama entre las tripulaciones porque sus viajes eran de los más seguros. A excepción de la epidemia que asoló su nave en el primer viaje, el resto de sus expediciones trajeron de regreso a casi todos los miembros de sus dotaciones. Intentando evitar situaciones peligrosas, Cook decidió abandonar la isla, pero tuvo que regresar al cabo de una semana para reparar la rotura del trinquete. Enseguida comenzaron los problemas.
Durante la noche del 13 de febrero de 1779 fue robado uno de los botes del Discovery, y Cook ordenó apoderarse del Rey local y retenerle prisionero hasta que la embarcación fuese restituida.
Con un teniente y nueve hombres más, desembarcó en la playa el 14 de febrero. Cuando ya estaban cerca de la chalupa que lo llevaría a su momentáneo cautiverio, al Rey le asaltó cierto recelo y se negó a embarcar. Sus mujeres, que estaban junto a él, comenzaron a lamentarse, y un disparo, hecho para intimidar la vuelta de una canoa que dejaba la bahía, mató desgraciadamente a uno de los jefes. Los nativos, llenos de furia, se precipitaron sobre Cook y sus hombres. Cuatro de los marineros que corrieron a auxiliarle fueron muertos inmediatamente. Los restantes se replegaron hacia los botes y el capitán James Cook, mortalmente herido en la espalda por una lanza, cayó muerto en el mar.
Siete días después pudieron recuperarse los cuerpos, a los que se dio solemne sepultura en la bahía. El mando de la expedición lo asumió el capitán Clerke.

Epílogo
La muerte del capitán Cook produjo un sentimiento general, y el Rey de Inglaterra asignó respetuosas pensiones en libras esterlinas a la esposa e hijos del gran navegante y explorador. En 1874 se erigió un obelisco en el lugar donde encontró la muerte. Pese a haber pasado gran parte de su vida en el mar, tuvo ocasión de formar una familia. A la edad de treinta y cuatro años, se casó con Elizabeth Batts, matrimonio del que nacieron seis hijos, la mitad de los cuales murieron en la infancia. De los tres hijos restantes, dos fueron marinos. Cook contribuyó a aclarar la configuración del Pacífico, ganó la batalla del navegante contra el escorbuto gracias a la alimentación adecuada y aportó gran cantidad de conocimientos en muchas áreas gracias a sus sofisticados e innovadores métodos científicos.
Los tres viajes épicos de este gran Capitán del siglo XVIII, fueron los tres últimos verdaderos viajes de descubrimiento. Cuando se embarcó para surcar el Pacífico en 1768, un tercio del globo aún permanecía “incógnito”. Para cuando murió en aquel fatídico 1779, el mundo ya tenía sus rincones bastante bien delimitados. Cook exploró la superficie terrestre más que cualquier otro ser humano en la Historia, e introdujo a Occidente en un mundo de tabúes y tatuajes, caníbales y exóticos ritos sexuales. Sin embargo, y a pesar de una extensa bibliografía sobre su persona, los detalles de este humilde granjero que logró superar las barreras de una sociedad como la británica de aquellas épocas, aún se mantiene tan enigmático como las tierras que supo descubrir.



Lectura recomendada: “Blue Latitudes”, de Tony Horwitz
Tony Horwitz, oriundo de Washington D.C. y periodista graduado en la Brown University y la Universidad de Columbia, pasó varios años de su vida como corresponbsal de guerra, recorriendo más de 40 países con su esposa australiana. Trabajó para el The Wall Street Journal y el The New Yorker y obtuvo un premio Pullitzer en 1995.

En Blue Latitudes, Tony Horwitz se embarca en un viaje de descubrimientos. Siguiendo la ruta de Cook, revive las aventuras del Capitán a bordo de una réplica del Endeavour. Trabaja desde lo alto de un mástil de cien pies, duerme en hamacas y rescata el mundo del ron & látigo (simbólicamente, por supuesto). En tierra, visita a los nativos (ancianos aleutianos, maoríes, el rey de Tonga, Miss Tahití) y se toma unos tragos en el bar más rudo de Alaska o desentraña el secreto de los guerreros “diente rojo” de Savage Island (situada en el Atlántico septentrional). Así también, Horwitz explora a Cook, el hombre: sus prodigios, sus miedos, sus dudas, sus obsesiones.
Ideal para escapar un poco de las “versiones oficiales” y disfrutar de los detalles de una vida signada por la excepcionalidad llevada al extremo.

No hay comentarios: