17/9/08

James Cook

La Venus de Tahití

“Cada 120 años, aproximadamente, una mancha negra se desliza a través del Sol. Pequeña, negra como la tinta, casi perfectamente circular, no es una mancha ordinaria. No todos pueden verla, pero entre los que lo logran, algunos experimentan un sentimiento extraño, como estar de pie, con los dedos de los pies enterrados en la arena de una playa, en una isla del Pacífico Sur...”

Mirando directo al sol
El 12 de agosto de 1768, el Endeavour de Su Majestad salió de Inglaterra con rumbo a Tahití. La isla había sido "descubierta" por los europeos apenas un año atrás en una parte de la Tierra tan pobremente explorada que los topógrafos no podían ponerse de acuerdo si existía allí un gran continente o no. Cook tuvo que navegar a través de miles de kilómetros de mar abierto, sin GPS, ni siquiera un buen reloj de pulso para contar el tiempo de navegación, solo para encontrar un pedazo de tierra de 30 kilómetros de diámetro. Cook, que era un tipo más bien optimista, esperaba que por lo menos la mitad de su tripulación pereciese.
Su misión era llegar a Tahití antes de Junio de 1769, establecerse entre los nativos, y construir un observatorio astronómico. El capitán y su tripulación observarían a Venus deslizarse a través de la cara del Sol, y de esta manera medirían nada menos que el tamaño del Sistema Solar. O al menos esa era la esperanza de la Real Academia de Inglaterra, la cual financió el proyecto.
En el Siglo XVIII, el tamaño del Sistema Solar era uno de los mayores rompecabezas de la ciencia, igual que hoy lo es la naturaleza de la materia y la energía oscura. En los tiempos de Cook, los astrónomos sabían que había seis planetas en órbita alrededor del Sol (Urano, Neptuno y Plutón aún no habían sido descubiertos), y también conocían las distancias relativas entre dichos planetas. Júpiter, por ejemplo, está 5 veces más lejos del Sol de lo que está la Tierra. Pero ¿cuán lejos es eso... en kilómetros? Las distancias absolutas eran un misterio.
Venus era la clave. Edmund Halley se dio cuenta de esto en 1716. Vista desde la Tierra, Venus ocasionalmente cruza el disco del Sol. Parece como si un disco negro se deslizara suave y lentamente entre las verdaderas manchas solares. Si se anotasen las horas de inicio y fin del tránsito desde dos lugares separados por una gran distancia sobre la superficie terrestre, razonó Halley, los astrónomos podrían calcular la distancia a Venus usando el principio del paralaje. La escala del resto del sistema solar sería pan comido. Pero había un problema: los tránsitos de Venus son raros. Vienen en pares, uno primero y después de ocho años el otro, separados luego por aproximadamente 120 años. Si Cook y los otros fallaban en 1769, ningún astrónomo sobre la Tierra estaría vivo para la siguiente oportunidad, en 1874.

Avantgarde
La expedición de Cook es a menudo comparada con una misión espacial: "El Endeavor no estaba solamente haciendo un viaje de descubrimientos", escribe Tony Horwitz sobre el viaje de Cook en su libro Latitudes Azules, "era también un laboratorio para probar las últimas teorías y tecnologías, de modo similar a lo que hacen las naves espaciales hoy en día".
En particular, la tripulación del Endeavor actuaría como conejillos de indias en la lucha de la Marina contra el "azote de los mares": el escorbuto. El cuerpo humano puede almacenar solamente una ración suficiente para 6 semanas de vitamina C, y cuando se acaba, los marineros experimentan lasitud (entre otras cosas, las encías se descomponen produciendo hemorragias). Algunos navíos del siglo XVIII perdieron la mitad de su tripulación debido al escorbuto. El cocinero llevaba una variedad de comidas experimentales a bordo y alimentaba a la tripulación con cosas como chucrut (col agria) o puré de malta. Cualquiera que se rehusara a comer su ración sería flagelado. De hecho, Cook tuvo que castigar a uno de cada cinco hombres en su tripulación, “el promedio para la época”, de acuerdo a Horwitz.
Al llegar Cook a Tahití en 1769, había estado navegando hacia el oeste por ocho meses, casi tanto tiempo como les llevaría a los astronautas un viaje a Marte. Conforme se acercaba a Tahití, el Endeavor era en extremo vulnerable. No había contacto con “Control de misión", ni imágenes del clima vía satélite para prevenir las tormentas, ni ayuda de ninguna clase. Cook navegaba usando relojes de arena y cuerdas con nudos para medir la velocidad del barco, además de un sextante y un almanaque para estimar la posición del Endeavor por medio de las estrellas. La labor se hacía difícil y peligrosa.

La isla, la Venus y el sol
Increíblemente, arribaron casi intactos el 13 de abril de 1769, a dos meses del tránsito venusiano: "En ese momento teníamos muy pocos hombres en la lista de enfermos y en general la tripulación se encontraba en buenas condiciones de salud, lo cual se debió en gran parte a la col agria", escribió Cook.La isla era cómoda y bien acondicionada para la vida humana; los nativos eran amigables y estaban dispuestos a negociar con los hombres de Cook. Banks la describió como "el retrato más exacto y real de una arcadia, idílica y pacífica, que la imaginación pudiese formar". Sin embargo la flora, la fauna, las costumbres y los hábitos de Tahití eran radicalmente diferentes a los de Inglaterra; la tripulación del Endeavor -muchachos rudos y algo desalineados- se encontró a sí misma sorprendida y absorta en aquél entorno.
No es ninguna sorpresa que Cook y Banks tuvieran tan poco que decir acerca del tránsito cuando finalmente ocurrió el 3 de Junio de 1769. El pequeño disco de Venus, que solo podía ser visto a través de telescopios especiales traídos desde Inglaterra, no pudo siquiera competir con la exótica Tahití.
La anotación de Banks en el día del tránsito consiste de 622 palabras, y menos de 100 de ellas se refieren a Venus. Como tema principal, narraba un desayuno que compartió con Tarróa, el rey de la isla, y con la hermana de Tarróa, Nuna, y más tarde durante el día, una visita de "tres bellas mujeres". De Venus, dice: "fui con mis compañeros al observatorio llevando conmigo a Tarróa, Nuna y algunos de sus sirvientes principales; les mostramos el planeta deslizándose sobre el Sol, y les hicimos entender que veníamos con el propósito de verlo. Después de esto regresaron y yo con ellos". Punto. Si el rey o el propio Banks mismo se impresionaron, Banks nunca lo mencionó.
Cuando todo estuvo dicho y hecho, las observaciones del tránsito de Venus de 1769 desde 76 puntos del globo terrestre, incluyendo los de Cook, no fueron lo suficientemente precisas como para medir la escala del Sistema Solar. Los astrónomos no pudieron hacerlo sino hasta el siglo 19, cuando usaron la técnica de la fotografía para registrar el siguiente par de tránsitos.
El eterno retorno
Cook no podía gastar todo su tiempo en estos asuntos; había mucho más por explorar. Las órdenes secretas de la Marina le mandaban dejar la isla cuando el tránsito terminase y buscar un nuevo continente entre Nueva Zelanda y Tahití.
Durante gran parte del año siguiente, el Endeavor y su tripulación recorrieron el Pacífico Sur, buscando aquel gran continente. En algún punto perdieron vista de tierra por casi dos meses, pero la “Terra Australis Incognita”, la desconocida "Tierra del Sur" no aparecía.
A lo largo del camino, Cook conoció a los feroces Maoríes de Nueva Zelanda y a los aborígenes de Australia, aquella gran isla de cuyo tamaño, sin embargo, tenía una idea muy equivocada (al igual que Colón con América, Cook jamás fue consciente de las verdaderas dimensiones de este pequeño continente).
Más tarde, durante una estadía de 10 semanas en Yakarta para hacer reparaciones, siete marineros murieron de malaria. El puerto estaba densamente poblado de gente y de enfermedades. Cook se marchó de allí tan pronto como pudo, pero el daño estaba hecho. Al final, 46 hombres de la tripulación perecieron (incluyendo entre ellos al astrónomo Charles Green), la mayoría debido a enfermedades contraídas en Yakarta: "La tasa de mortalidad del 40% no fue considerada como extraordinaria en aquellas épocas", escribe Horwitz. "De hecho, Cook sería más tarde condecorado por la excepcional consideración que mostró por la salud de su tripulación".
En Julio de 1771, Cook regresó a Inglaterra en el navío Deal. La tripulación sobreviviente del Endeavor había circunnavegado el globo, catalogado miles de especies de plantas, insectos y animales, y había entrado en contacto con “nuevas” agrupaciones de seres humanos diseminadas a lo largo y ancho de un océano hasta entonces prácticamente desconocido. Sin dudas, toda una aventura épica.
Al final, el tránsito de Venus fue tan solo un pequeño aditivo de la primer gran travesía de James Cook, aditivo claramente opacado por Tahití y su gente extraordinaria. Así y todo, la historia de este astuto marinero recién comienza y aún quedan dos largos viajes por recorrer.
Como él mismo dijo alguna vez:
"No sólo ambiciono llegar más lejos que ningún otro hombre, sino llegar lo más lejos que le sea posible al ser humano"

Fuente principal: Dr. Tony Phillips (Portal de Internet de Science@NASA)

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